lunes, 12 de enero de 2009

ENTREVISTA FRANCISCO SOSA WAGNER, CANDIDATO DE UPyD A LAS ELECCIONES EUROPEAS

11 de enero de 2009

Francisco Sosa Wagner es el candidato de Unión Progreso y Democracia (UPyD) para las próximas elecciones europeas que se celebrarán en Junio de 2009. Cuando Rosa Díez y Fernando Savater a comienzos del verano le ofrecieron esta candidatura, se lo pensó un tiempo y aceptó el reto, siendo consciente de que su vida podría cambiar mucho. El proyecto que encabeza Rosa Díez le atrajo desde el primer instante. Cree que la situación política española se encuentra en un callejón sin salida, y que los nuevos aires que ofrece UPyD sólo pueden traer libertad, modernidad y progresismo. Él, como socialdemócrata, cree que el Estado ha de ser fuerte frente a los poderes autonómicos. Francisco Sosa, catedrático de Derecho Administrativo en la Universidad de León, es una persona de un nivel intelectual sobresaliente. Experto en política autonómica, es autor de distintos tratados jurídicos, históricos, narrativos y de ensayo. Es una persona cercana y amable, su erudición sabe exponerla con palabras sencillas y efectivas dando a su discurso un tono coloquial. A mí me recuerda en muchos aspectos al viejo profesor Tierno. Catedráticos ambos, con plaza en provincias, utilizaban sus viajes a Madrid en tren para leer a autores alemanes en su propia lengua; en lo que se diferencian es en que el antiguo alcalde de Madrid tenía una pose mucho más seria y severa. En el mitin de aniversario de UPyD tuvo su bautismo de fuego, después de 20 años alejado de la política y dedicado a la enseñanza y a la literatura. Entre otros cultiva un género que él denomina sosería que son artículos costumbristas y guindas al aguardiente que son algo parecidos a las greguerías de Ramón Gómez de la Serna y, por lo que sucedió en el Circo Price, tanto en el antiguo como en el nuevo, podríamos escribir en ese género suyo y plagiándole que: "La sosería es a la greguería lo que el caballo de Sosa es al elefante de Gómez de la Serna".

Usted nació en Marruecos y después se trasladó a vivir a Melilla.

Sí, yo nací en el antiguo protectorado de España en Marruecos, pero mi padre no era militar, era médico civil y dirigió durante muchos años un hospital que creó allí el gobierno español. Hasta los once años, mi infancia está vinculada a Melilla y a Alhucemas en Marruecos. A los once años nos vinimos a la península como consecuencia de la independencia de Marruecos y mis padres ya se instalaron en Valencia. Allí estudié la carrera y me doctoré y luego ya he tenido una vida "movida".

Con periplo europeo incluido.

Sí. Cuando terminé la carrera conseguí una beca para estudiar en Alemania, en Tubinga. Es una ciudad a la que quiero mucho y allí vuelvo con mucha frecuencia. Todos los veranos que puedo, paso allí una temporada estudiando, divirtiéndome y descansando.

¿Tiene algún familiar alemán?

Mi abuelo era alemán. Mi madre ya nació en España.

¿Usted fue alumno de Eduardo García de Enterría?

Sí, exacto. Yo llegué a Madrid a finales de los 60 y me incorporé a su cátedra. Esto determinó mi suerte profesional en mi vida, porque gracias a él he tenido una formación muy aceptable como especialista en derecho público y luego, su amistad personal es muy grande y se mantiene todavía hoy. Él tiene ahora 82 años y se encuentra muy bien. Todos sus discípulos tenemos una vinculación muy grande con él, y también, por cierto, con su mujer. Es un personaje irrepetible Ya no hay maestros de ese calibre en la universidad española, que me parece a mí que está tan desasistida por los poderes públicos.

He visto en sus libros que es usted muy crítico con la Universidad Española.

Efectivamente. Yo he escrito un libro que se llama La Autonomía Universitaria, que ya va por la tercera edición, en el que critico la forma en la que se ha llevado a cabo esta idea de la autonomía. Lo importante en las universidades es la libertad personal de los investigadores, la libertad de cátedra y me parece absolutamente superflua la configuración de una autonomía de la organización como tal. Esa autonomía a lo que ha llevado en realidad es a dos defectos muy graves. Uno, a la creación de estructuras caciquiles en el seno de la universidad y en segundo lugar al hecho de que esa autonomía ha permitido que los universitarios que estamos dentro de ella nos apropiemos de la organización y la pongamos a nuestro servicio. Yo creo que eso es un error y parte de un diseño que está mal hecho pero que nadie quiere rectificar.

¿Qué propone usted para mejorar la calidad en la universidad?

La universidad debe rendir sus servicios a la sociedad y debe dar cuenta de lo que hace. No puede ser que por esa autonomía, la universidad se haya convertido en una organización estanca que prácticamente no tiene relación con el resto de las autoridades del estado y de las comunidades autónomas que son las que financian este asunto. El problema está en que la universidad pública está financiada con fondos públicos, pero realmente quienes administramos esos fondos públicos somos los universitarios, bueno, los que tienen cargos académicos. Son pequeños grupos de poder que se constituyen como consecuencia de unos procesos seudo democráticos y que tratan de perpetuarse en el tiempo, porque en principio los mandatos son de cuatro años, pero lo frecuente es encontrarnos con rectores que llevan 15 ó 20, 25 años. Mi idea es que la autonomía universitaria, tal y como ha sido entendida, ha llevado a esas dos enfermedades: a unas estructuras, en buena medida caciquiles, dentro de la universidad, y en segundo lugar al hecho de que los propios universitarios, los catedráticos, los profesores, los estudiantes, nos hayamos apropiado de la organización.

Usted empezó su carrera política en el PSP, un partido que dejó buenos recuerdos en la gente.

Sí. Creo que Tierno Galván era un personaje bastante singular, aunque ha sido criticado. Como alcalde hizo una labor positiva y dio una dimensión cultural y humanista al cargo y a su proyección pública, que yo creo que fue muy buena y hay que decir que ahora se hecha mucho de menos en los políticos.

Existen similitudes entre usted y Tierno. Él fue catedrático en las universidades de Murcia y de Salamanca. También, como usted, estuvo muy influenciado por autores alemanes y los dos tienen esa faceta intelectual.

Sí. Yo le traté y creo que nos diferenciamos sobre todo en el trato con la gente, en que yo soy más cercano. Él era un hombre más distante, trataba a todo el mundo de usted y los demás también a él, cuando todavía era joven, unos 50 años, aunque aparentase más edad. Era muy formal y muy distante. Ahora bien, sí me gustaría parecerme a él en lo que tenía de zumba y de sentido del humor, que era absolutamente demoledor, y tenía una visión muy crítica de las personas y de las cosas y era un personaje intelectualmente notable. Él era muy frío y distante y además lo acompañaba con esos trajes cruzados y grises, que parecían siempre el mismo, y yo soy un político más cercano.

¿Y después del PSP?

Después del PSP, que se disolvió, yo paso al PSOE. Yo fui de los que el día 15 de junio del 77, fecha de las elecciones, en vista de los resultados, patrociné allí en Asturias y en la medida de mi intervención en Madrid, la disolución del partido y su integración en el PSOE, porque había mucha distancia entre unos y otros: desde 5 ó 6 diputados que habíamos obtenido nosotros, a los ciento y pico que había obtenido el PSOE y como tampoco era tan diferente el mensaje político, a mí me parecía que era lo mejor. Tierno se resistió a ello durante un tiempo y me decía:"Sosa, usted no se preocupe, que nos han votado pocos, pero los mejores" (se ríe). ¡Menudo consuelo! Se tardó por Tierno y otros tantos del partido, pero al final nos integramos en el PSOE.

¿Se sigue definiendo socialdemócrata?

Sí, yo sí. Creo en principios básicos de la socialdemocracia, que ahora están de moda por la crisis económica, en la idea del poder público y del estado que tiene que ser fuerte, democráticamente legitimado, que ponga firmes a los poderes privados. Esto me parece que es muy importante. Ahora venía en el tren leyendo un libro alemán que han escrito dos periodistas alemanes especializados en el mundo de la administración pública tanto alemana como europea. El libro se titula, traducido, algo así como El estado vendido y estos periodistas precisamente hablan de la debilidad del estado como consecuencia de la incorporación de los intereses privados en las propias estructuras del estado. Yo creo que los poderes públicos deben estar legitimados democráticamente, con esa fuerza que da esa legitimación que sea capaz de imponerse y de ser un interlocutor sólido frente a los grandes intereses privados. Por eso estoy en desacuerdo con las políticas llevadas a cabo por las comunidades autónomas.

¿Qué le ha llevado a presentarse a las elecciones europeas?

En primer lugar por la seducción de la persona que lidera este proyecto político que es Rosa Díez. Tanto ella, como Fernando Savater, me ofrecieron esta posibilidad de encabezar la lista electoral de UPyD a principios del verano pasado y yo me lo he estado pensando mucho porque significaba un cambio muy grande, no sólo si salgo diputado, sino ya como candidato, que ha supuesto un cambio importante en mi vida. Rosa Díez está diciendo cosas que muchos ciudadanos piensan. El decir que todos los españoles somos iguales en todos los territorios es defender algo absolutamente básico, como es defender que no existen derechos históricos anidados en los pueblos y en las comunidades y que esos derechos históricos se imponen a la constitución y se imponen a todo y a los procesos constituyentes y que se traen una mochila que nadie sabe de cuándo viene ni qué contenido tiene. Todo esto son cosas absolutamente elementales y hay millones de españoles que piensan eso, que probablemente no se atrevían a formularlo, y cuando ha salido una persona que lo expone en la plaza pública de forma brillante, pues ha habido un montón de personas que han dicho:"esto es lo que yo pienso".

¿Y en segundo lugar?

El proyecto europeo me resulta muy atractivo, porque creo que un profesor de derecho administrativo puede aportar algo y, también yo me voy a beneficiar mucho, si soy diputado, de los conocimientos que me va a prestar el estar en un escenario como ese, es decir, que hay una interacción. Yo voy a aprender mucho allí, pero yo también voy a aportar algo por mis conocimientos de derecho público en ese mundo europeo. Además, estoy firmemente convencido, y así lo he explicado por escrito en más de una ocasión, de que el estado tradicional, el estado nacional que hemos heredado del siglo XIX es un estado cuyas hechuras han reventado en cierta manera y se necesitan otros espacios. El éxito de la Unión Europea (UE) y de este esfuerzo por construir Europa se demuestra en que otros continentes están en una evolución igual, de procurar aunar los esfuerzos de distintos estados. Esa dimensión europea se manifiesta y las personas tienen que saberlo. Se manifiesta en muchas cosas y los ciudadanos pueden creer que todo esto de la UE es una cosa que se refiere a las altas finanzas o a la alta diplomacia o a la defensa, cosa que a la gente corriente le pueden parecer alejadas. Las cosas que se deciden en Europa en estos momentos son cuestiones que afectan a los ciudadanos individualmente considerados: a usted, a mí, a la señora que está comprando en una farmacia, al señor que está comprando en un supermercado, etc. les afecta. El 80% de las leyes que rigen nuestra vida están hechas en la Unión Europea. Los españoles debemos a la UE mucho y es que todo lo que es renovación de las infraestructuras básicas, autopistas, trenes, etc., todo eso se debe al esfuerzo europeo, a la solidaridad europea. En ese sentido les digo a los ciudadanos que es una traición que no vayan a votar a las elecciones europeas, es una traición que el ciudadano se desinterese de eso porque todos individualmente nos estamos beneficiando de la UE.

Rosa Díez ha sido una gran eurodiputada. ¿Continuaría con el trabajo que ella hizo?

Sí, exacto, a mí me enorgullece mucho que ella, que ha estado en esto, me haya propuesto este asunto y que yo pueda ser un continuador allí.

¿Cuál es la aportación que, bajo su punto de vista, a la gente le haga acudir a votar en las elecciones europeas y particularmente a Francisco Sosa de UPyD?

En primer lugar, se trata de reforzar el parlamento en el seno de las instituciones europeas. Esto es muy importante porque en el ámbito europeo todavía la idea que existe en los estados nacionales de que la representación popular está en el parlamento. Todo eso todavía no se traslada claramente al espacio europeo, donde el peso del poder ejecutivo, en este caso, lo que llamaríamos la Comisión Europea, el Consejo de Ministros, etc. tiene un peso muy grande sobre la propia representación parlamentaria, es decir, todo lo que se haga en la dirección de reforzar el papel del parlamento europeo es poco y en ese sentido hay que dirigirse. Pero hay otra cuestión que tiene que significar una diferencia en el caso de UPyD y es que nosotros vamos a tratar de representar allí los intereses de España en su conjunto. Nosotros defendemos que lo que hay que llevar a la UE es la representación integral, los intereses de España considerada en su conjunto y no fragmentada en las autonomías. Frente a la fragmentación que inevitablemente, por sus compromisos políticos, tienen los partidos mayoritarios, sus compromisos políticos internos, nosotros vamos a llevar allí la defensa del interés de España considerada unitariamente como estado. Yo creo que esa es la distinción fundamental que nosotros nos vamos a proponer; ese es el esfuerzo que tenemos que hacer. Es muy importante que España esté en las instituciones europeas con una voz unitaria y clara y que no se defiendan intereses contradictorios, que es lo que se defiende cuando en el interior no se tienen las ideas claras como consecuencia de los compromisos políticos existentes y de otras razones.

¿Qué perspectivas tiene de resultados?

Yo tengo unas perspectivas buenísimas. Yo no entiendo mucho de números, pero por lo que estoy viendo en las encuestas, UPyD ya ha pasado del millón de votos y eso traducido a escaños pueden ser 5 ó 6.

Usted ha escrito muchos artículos en contra de la descentralización de los poderes públicos. ¿Está a favor del federalismo, cofederalismo o del estado de las autonomías?

Yo estoy a favor del estado federal, si por estado federal se entiende lo que son los estados federales serios que hay en el mundo, como son los Estados Unidos de América y Alemania, que es una referencia para España. En términos jurídico-constitucionales tenemos que ver mucho: nuestra constitución de 1931, de la que tan bien se habla, sin conocerla, es una copia de la alemana de 1919. Sociedades que parecen tan alejadas como la nuestra y la alemana, se asemejan muchísimo. Lo que digo es que a mí me gusta ese sistema y que me apunto a él y a lo que no me apunto es a hacer un estado federal o descentralizado donde las partes puedan imponer, al todo, sus recetas y sus soluciones. Yo creo en el hecho de que la estructura del estado tiene que basarse en la existencia de partidos políticos nacionales. Si nosotros observamos a los estados federales serios que hay en el mundo, sus columnas vertebrales son partidos nacionales, como acabamos de ver en las elecciones americanas. Allí hay dos partidos que vertebran la organización y la convivencia política y en Alemania son dos más grandes y luego otro un poco más pequeño. Son partidos nacionales. Lo que no se puede hacer es tratar de construir el estado a base de pactos con quienes no creen en el estado.

¿Aquí falta un gran pacto de estado entre los grandes partidos nacionales?

Un gran pacto con los partidos que creen en el estado y no están por el debilitamiento y la esqueletización del estado. Los que sí están por el debilitamiento y la esqueletización del estado están perfectamente identificados, no hay ni que nombrarlos. Como dice Rosa Díez:"lo malo es que los partidos nacionales se disfracen de nacionalistas". Eso es lo malo, que los partidos políticos terminen adoptando la terminología y teniendo como objetivos políticos lo que son los objetivos políticos de los nacionalistas. Eso es lo que no puede ser. Yo creo que ahí es donde está el error de todos estos años y ya veremos cómo se deshace todo esto. Estamos creando una administración ineficaz y muy cara, una administración de despilfarro.

Hay sectores del PSOE que le acusan de traidor. Usted ha sido profesor de Zapatero y ha evaluado su tesina. ¿Será que le tienen miedo porque su candidato no va a ser tan brillante como usted y lo saben?

Quienes acusan de traidores se miden ellos a sí mismos. Deben de pensar por qué ahora dicen cosas que no han dicho nunca y que no ha dicho nunca el socialismo español, es decir, el socialismo español no ha estado nunca por las fragmentaciones políticas y administrativas, nunca. Históricamente jamás y en la época de Felipe González tampoco; yo estuve en el Ministerio de Administraciones Públicas, que al principio se llamaba de Administración Territorial y entonces se tenía una idea clara bajo la batuta de las dos personas que entonces mandaban en el gobierno que eran Felipe González y Alfonso Guerra y hay que decir que Alfonso Guerra, que era quien más se ocupaba entonces de estas cuestiones, era una persona que tenía las ideas muy claras. La traición no viene por mi parte. Quien acuse de traidor que se mire a sí mismo.

Háblenos de literatura y de su libro El estado fragmentado en el que ha colaborado su hijo.

La parte mía es la más polémica. Yo abordo este asunto del diseño del estado de las autonomías y hago una crítica demoledora de todo este sistema de fragmentación de las instituciones políticas, a este hecho absolutamente demencial de que los ríos se los queda un señor porque pasa por la puerta de su casa. Son muchas cosas las que critico. Hay gente de izquierdas que piensa que toda descentralización es buena y yo pienso que no. Yo digo que la descentralización es buena según y cómo, no patrocino la vuelta a la centralización, que quede claro. Yo, lo que digo, es que después de 30 años de funcionamiento de sistema democrático, antes de proceder a la reforma de los estatutos, habría que haber hecho otra cosa absolutamente elemental, que es ver cómo han funcionado los servicios públicos españoles desde hace 30 años hasta ahora: ¿Hemos mejorado o no? En materia de medio ambiente, de protección del medio ambiente, ¿la descentralización ha sido buena o mala? Lo mismo en materia de educación, de sanidad. Es decir, hay que analizar los servicios públicos uno por uno; esto es absolutamente capital. Lo que yo entiendo como una frivolidad es el tratar de modificar el estado sin entrar en este análisis. No es fácil hacerlo, es cuestión de reunir a los expertos correspondientes y ponerse a ello. En la sanidad estamos construyendo un modelo sanitario dividido en 17 comunidades autónomas.

Como novelista ha recibido el premio Miguel Delibes.

Sí, con una novela que se llama Es indiferente llamarse Ernesto. Luego tengo otra que es sobre la corrupción urbanística que se llama Hígado de oca a las uvas, que es una sátira del mundo de la construcción, de los promotores y de todo esto.

Cultiva usted un género que llama La sosería.

Guindas en aguardiente es un género parecido a las greguerías ramonianas. Las soserías son un género que yo cultivo, periodístico, que escribo hace muchos años. Llevo 700 u 800 artículos y son de carácter costumbrista y de humor, de las situaciones cotidianas. El último que he escrito se llama El punto "G", referido al G 20. Se están publicando en las ediciones regionales de El Mundo.

viernes, 2 de enero de 2009

Ecuaciones diferenciales

En el mundo se producen continuamente multitud de bienes y servicios. Podemos considerar un instante determinado, pongamos ahora mismo, en todo el mundo se están produciendo una cantidad concreta de bienes y servicios. No la conocemos, es sin duda muy grande, pero es una cantidad real y concreta.

La producción de estos bienes y servicios depende de cuatro factores: el trabajo aportado por una serie de personas, los conocimientos de estos trabajadores, las máquinas y los diferentes medios de producción y las materias primas y energía necesarias para su producción.

En ese mismo instante el conjunto de los habitantes del Planeta consumimos una serie de bienes y servicios. Para simplificar el problema supongamos que se consumen en ese instante los bienes y servicios que se producen en ese mismo instante. La realidad es más compleja, pero esa complejidad no impedirá que sea cierto lo siguiente. Dado que ese reparto no es igualitario (No vamos a entrar en el tema de si eso es más o menos justo), los bienes y servicios que unos consumen por encima del valor medio, que le correspondería a cada uno realizando una simple división de cantidad de bienes entre número de habitantes, otros los han de consumir por debajo de este valor.