miércoles, 27 de septiembre de 2017

El Dioscorides latino


Procede de la rica biblioteca personal del cardenal Fabio Chigi, que, cuando fue elegido papa, tomó el nombre de Alejandro VII (1655-1667), y se conserva en la actualidad en la Biblioteca Apostólica Vaticana (Chig. F.VII.159). Contiene un dioscórides, es decir, el tratado básico de farmacopea de obligada consulta en todo el mundo griego, latino y árabe desde el siglo II de Cristo hasta la Edad Moderna.

O pija 'melafo' o puta malfollada


Lucía Etxebarria

Yo no voy a hablar aquí de si 'procés' o no 'procés' porque este periódico ya tiene una sección entera dedicada a hablar sobre ello. Pero voy a hablar de dos personas que son muy importantes en este debate: Inés Arrimadas y Anna Gabriel.

A la señora Arrimadas, otra mujer le deseó que la violaran en grupo, le llamó «perra asquerosa» y tuvo el cuajo de escribirlo en un muro abierto de Facebook. No sé si saben que un periodista, en un debate televisivo, soltó la perla: «Puta y malfollada le vienen como anillo al dedo» a Anna Gabriel. Y se quedó tan ancho.

Visto lo cual, me he dado un paseo por Twitter y otras redes sociales, y he insertado como motor de búsqueda primero Arrimadas y luego Anna Gabriel. En menos de 10 minutos me he encontrado con estas bonitas frases.

Artículos sobre África


José Naranjo es un periodista que escribe en EL PAIS sobre diversos países de África.

Una calle transitada de Gao, en el norte de Malí.

'EL CAPITAL' DE KARL MARX EN 7 PUNTOS


En septiembre de 2017 se celebraba el 150 aniversario de la aparición de 'El capital'. Pero ¿qué contenía el tan polémico libro de Karl Marx?

La publicación del primer volumen de la trilogía de El capital, de Karl Marx, ha cumplido ya 150 años. Es el único que escribió al completo, porque los otros dos los elaboró Friedrich Engels a partir de las notas que había dejado su amigo ya fallecido.

A pesar de que autorizaron la traducción de El capital en Rusia porque, decían, allí nadie se lo iba a leer, contribuyó a destruir el poder de los zares y espoleó la revolución obrera en todo el mundo.

Son muchos los libros que explican una época, pero son muchos menos los que la definen. Quizá uno de los aspectos más sorprendentes de El capital es su capacidad para volver a la actualidad con cada crisis económica mundial grave.

¿Urnas o guardia civil?


LLUÍS BASSETS

Hay urnas democráticas y otras que no lo son. Hay urnas con garantías y otros que no tienen ninguna, como es el caso del 1 de octubre.

Para acabar de liarla ya sabemos desde ahora que no estamos de acuerdo ni siquiera en qué consiste la cita con las urnas del 1-O. Formalmente se nos dice que es un referéndum de autodeterminación, naturalmente unilateral, debido a que Rajoy no ha querido hacerlo pactado. Ya he escrito aquí que a mí me parece un plebiscito de adhesión a la declaración de independencia unilateral, en el que nada importa lo que se vote con tal que se vaya a votar. Pues bien, los comunes creen que es otra cosa y no les importa que los demás lo vean de otro modo: se trata de una mera movilización en apoyo del derecho a decidir, y su resultado no es vinculante, diga lo que digan los organizadores.

En la interpretación de unos y otros del carácter de la cita del 1-O encontramos ya adelantada la interpretación de los resultados. Y por lo tanto la pelea del 2-O. Para los convocantes, al menos los más radicalizados, que son casi todos, sólo hay que contar los sí y los no y luego proceder, prescindiendo de la participación. Hemos llegado a escuchar cosas curiosas, como que incluso con una participación del 20 por ciento los resultados serán válidos y se deberán aplicar. Quiere decir esto que tenemos asegurada una declaración de independencia a toda costa por parte del Parlamento reducido (JxSí y CUP, quizás con algún descolgado de CSQP)?

El juego de momento es este. Hacer como si se fuera a cumplir hasta las últimas consecuencias el plan prefijado hacia la independencia. (Recordemos de paso que la versión anterior todavía más dura programaba la Declaración Unilateral para el caso en que no se pudiera celebrar el referéndum). Una apuesta tan alta aparenta tener dos objetivos: tratar de obtener una improbable e inesperada concesión de última hora del Gobierno central, y a la vez tratar de movilizar a los votantes del no con el espantajo de la victoria del sí y de la independencia inmediata . Esto quiere decir que este juego no es un juego. Que si se está preparado para llegar hasta el final se puede terminar fácilmente llegando al final.

Los comunes y Ada Colau, en cambio, se inclinarán por interpretar los resultados, sean los que sean, como un mandato para negociar, aunque su participación, si llegara a ser significativa, podría dar aún más cuerpo a la opción radical independentista. Ya sabemos que hay la izquierda tiene frecuentes problemas estéticos, aunque los suele disfrazarse de argumentos éticos. Las urnas pueden ser perfectamente ilegales. También las ponen Maduro en Venezuela, Putin en Crimea, Erdogan en Turquía y tantos otros déspotas y tramposos en muchos países africanos y asiáticos fundamentalmente.

Hay urnas democráticas y otras que no lo son. Hay urnas con garantías y otros que no tienen ninguna, como es el caso del 1-O. Colau quiere garantías para los funcionarios municipales, y hace muy bien. De hecho las quiere también para ella, aunque no lo diga: no quiere arriesgarse a una inhabilitación que rompa su brillante carrera política. Pero no le preocupan las otras garantías, las que afectan a los derechos de los ciudadanos, como el uso de datos personales, el respeto a las minorías parlamentarias, el vacío de derecho que crean las leyes de desconexión, la ausencia de división de poderes y tantas otras cosas, algunas de las cuales las suscitó precisamente Joan Coscubiela, en su ya famosa intervención en el Parlamento.

Lo mismo ocurre con la guardia civil. Puestos a recordar pensemos que el 19 de julio de 1936 fueron guardias civiles quienes ayudaron a aplastar el levantamiento fascista en Barcelona. Su jefe, por cierto, fue fusilado por Franco al terminar la guerra. ¿Urnas o guardias civiles? ¿Cómo es posible que alguien plantee así las cosas? ¿Qué urnas? Las de Franco, Putin, Erdogan y Maduro. ¿Qué guardia civil? La del Poema del cante jondo de García Lorca y de Tejero o la que comandaba el general Aranguren en 1936 y la que instruye a la policía bosnia o palestina en misiones de Naciones Unidas?

Quien pidió que se eligiera entre urnas y guardia civil fue un periodista de un digital barcelonés. Fue una pregunta que hizo a la alcaldesa Ada Colau, durante una entrevista en una radio privada. Naturalmente la alcaldesa no lo dijo claramente pero se entendió muy bien su respuesta. Y días después hemos podido ver las consecuencias en la equívoca posición de su partido respecto al 1-O: sí pero no, movilización pero de resultados no vinculantes y, finalmente, una ración más de confusión en la olla de la confusión generalizada que ya tenemos por si no era suficiente todavía.

Está claro que muy poca gente en Cataluña se atreve a decir en público que puestos a elegir es mejor el Estado de derecho que la vulneración de la legalidad, lo que quiere decir, naturalmente, no ir a votar el 1 -O. Quizás es posible querer urnas y guardia civil, pero hoy por hoy, mientras tanto, mientras no se haga política para poner urnas, los jueces seguirán necesitando una policía judicial que cumpla sus mandatos perfectamente legales. Tal vez la dicotomía debería ser entre urnas o jueces. ¿Verdad que no funciona tan bien? ¿O quizás gustaría más la elección entre mossos d’esquadra y guardia civil?

Cómo el tema nacional y el tema social se relacionan en Catalunya y en España


Hoy existen dos problemas graves en España, que están relacionados pero en situación distinta a lo que se creen muchas voces, incluyendo de izquierdas. Uno es el problema social, que es el mayor y más urgente, pues la calidad de vida y bienestar de las clases populares se ha estado deteriorando de una manera muy marcada durante estos años de la Gran Recesión (ver El nuevo régimen social de España, Público. 21.06.17; El mayor problema que tiene hoy Catalunya del cual no se habla: la crisis social, Público, 30.06.17; y ¿Qué pasa en Catalunya? Lo que no se dice en los medios ni en Catalunya ni en España, Público, 11.09.17). Tal problema debería ser motivo de movilización y respuesta prioritaria por parte de las izquierdas, pues históricamente han sido los instrumentos políticos creados para defender sus intereses.

VICENÇ NAVARRO

MITOS Y FALSEDADES DEL INDEPENDENTISMO


El independentismo catalán se sustenta en unas afirmaciones rotundas y repetidas a menudo. Van desde las creencias históricas (en 1714 hubo una guerra de secesión que acabó con Cataluña sojuzgada) hasta las económicas (España nos roba, fuera de España seríamos más ricos). Todas ellas son falsas. El PAÍS recoge y analiza hasta 10 de estos mitos y falsedades que no se sostienen con un estudio pormenorizado. No es cierto, por ejemplo, y así está reflejado en los tratados europeos, que una Cataluña independiente ingresaría automáticamente en la Unión Europea. Al contrario: debería recorrer un periplo institucional e internacional complejo y azaroso, con la ONU de por medio como etapa. Tampoco es cierto que el Estado de las Autonomías haya fracasado, que votar siempre sea democrático (las dictaduras también organizaron referendos) o que la consulta convocada para el 1 de octubre sea legal (es ilegal por su contenido, por su tramitación en el Parlamento catalán y conculca además disposiciones de la Comisión de Venecia del Consejo de Europa). Asímismo, no es cierto que Cataluña pueda separarse legalmente de España apelando al derecho de autodeterminación, ya que ese derecho se reserva a “pueblos sometidos a dominación colonial”. Tampoco es verdad que la Constitución votada en 1978 sea “hostil a los catalanes”.

XAVIER VIDAL-FOLCH  / JOSÉ IGNACIO TORREBLANCA

El descarrilamiento del ‘procés’


Eduardo Mendoza

Hace unos días me pasaron a la firma un manifiesto sobre el referéndum catalán. Los firmantes eran personas que respeto y con muchas de las cuales tengo una buena amistad y el contenido del manifiesto era inocuo, a pesar de lo cual no quise sumarme a la lista de firmantes por varias razones de forma y de estrategia: en primer lugar, todos los firmantes tienen, sin ánimo de ofender, una cierta edad, con lo cual su opinión encarna la sabiduría y la experiencia, pero no representa el ímpetu y la esperanza de una población más joven. Al margen de esto, en el momento presente, un manifiesto publicado en un determinado órgano de expresión sería tomado como una declaración de guerra dijera lo que dijera. Y así ocurrió. Sin embargo, de poco sirvió mi exquisita prudencia y mi nombre ha sido incorporado a la lista de los firmantes a la hora de repartir denuestos. Qué le vamos a hacer.