jueves, 2 de agosto de 2018

Indignación

27 de julio de 2018, a las 13:15 horas, más o menos, un helicóptero que viene del sur, sobrevuela el pueblo y sale muy bajo sobre la estación de Cistierna, de nuevo hacia el sur.


Un viajero que espera el tren que viene de Guardo y va hacia león, y que según comentarios de otras personas en el andén, viene con 8 minutos de retraso, despotrica ofendido, alegando que el vuelo del helicóptero lo pagamos entre todos y que estará aquí parta preparar la fiesta de mañana en La Ercina, a la que asistirá el ministro de fomento del gobierno socialista, José Luis Ábalos.


En esta fiesta socialista habrá puchera ferroviaria, de las que esta mañana he visto sacar de un almacén de la estación de Cistierna, el de la cubierta con estructura de madera, unas diez de estas pucheras.

Pues bien, el viajero jubilado, de unos 75 años, con sombrero blanco, reloj dorado y fumador de entrefinos, argumenta con un cierto acaloramiento, que vive en La Ercina, y tiene que pasar por sus calles llenas de mierda, pero que para la fiesta de mañana el ayuntamiento está limpiando las calles por donde pasen las autoridades. Entre los lamentos surgen las críticas a la monarquía y a los políticos en general.

Según su testimonio en La Ercina no se puede votar a los partidos republicanos, porqué no llegan las papeletas. Por este y otros motivos opina que España es un país de mierda.

El viajero admira a la república y a Adolfo Suarez. Es un republicano singular, que está ofendido, por lo que el entiende como "tanto odio" de la gente que quiere siempre recordar los crímenes del franquismo, pero se olvida de los de Paracuellos. Su padre era maestro cuando empezó la guerra y salió huido hacia Sevilla. Parece ser que por ser maestro sufrió mucho en la guerra, aunque estuvo en comunicaciones por un problema físico. Después de la guerra ejerció de maestro en Barrillos.

Al subir al tren, un joven que habla inglés, me pregunta con una frase escrita en inglés en un papel, si el tren lleva a león. Le digo que si, con un "yes", unos gestos y poco más, y el me dedica un gracias en castellano.

El viajero ofendido se sienta delante, y, ciertamente se baja en La Ercina, después de tomar el vino en Cistierna. Charla con alguien al salir del andén, mientras el tres se aleja.

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