jueves, 16 de octubre de 2008

Animales políticos

Cada uno es lo que quiere ser. Se trata de querer ser lo que buenamente se puede y, de esta manera, todos contentos.

Un conocido le comentaba hace ya muchos años a mi hermano que a mi no me gusta la gente y eso creo que es cierto. Me gusta alguna gente un poquito. Unos pocos de esta gente (Muchos de ellos ya muertos) me gustan mucho, aunque ellos no lo sepan.

Hace unos dos años aquí en Catalunya surgió un colectivo que acabó en partido político. Su nombre: Ciutadans de Catalunya. Mucha gente (En realidad no tanta) nos acercamos con la necesidad de poder hablar de nuestro rechazo al monopolio nacionalista de la vida pública. Al día siguiente de unas elecciones autonómicas en las que la formación consiguió dos diputados gran parte de los miembros de la organización se habían enrocado para conspirar de todas las formas posibles y alcanzar mayores cuotas de poder de las que por derecho podían detentar. Después de intentar denunciar internamente las tropelías me fuí asqueado y en silencio.

Meses después surgió el proyecto liderado por Rosa Díez. Lo otro estaba reciente y me acerqué timidamente. Hice algo de campaña para unas elecciones generales y les voté. Estuve a punto de integrarme en la organización. Pero volvió a pasar. Al día siguiente de las elecciones ya me estaban llegando los correos hablando de las responsabilidades de los dirigentes que no habían conseguido mejores resultados en Catalunya. Descalificaciones y más descalificaciones y un mediocre análisis político.

Otra (Enésima) generación de reformadores revolucionarios que aspiran a ser ellos los que lideren lo que sea. Semilleros de generales sin vocación de tropa. Cogen un día el caldero de la cola de empapelar y pretenden tener suficiente fuerza moral para modelar el mundo. No pueden asumir que para cambiar la sociedad se ha de ser uno, tan solo uno, y si sintonizas con alguien más y puedes encontrar algún punto de encuentro, pues a tirar para adelante, y que mande quien mande, pero mande bien.

domingo, 12 de octubre de 2008

Sueños (I)

Pocas veces recuerdo lo que sueño. Quizás es que no me gusta. Hoy he dormido intranquilo y me he despertado mientras soñaba.

A media noche el sueño transcurría en la habitación que ocupaba con mis hermanos en casa de mi madre. Allí estaba con mi tío Juan sentado sobre la cama, quizás su cuerpo estaba desnudo y hablábamos con mas familiares de forma apacible, aunque no se bien quienes eran estos familiares.

El resto del sueño es del final de la noche. Estaba con la familia, al menos con mis dos hermanos, en un restaurante esperando para comer. Dejamos la mesa reservada y salimos a una pradera que había afuera. Como que la cosa se alargaba me fui adentro y me senté en la mesa. Al poco rato un pequeño grupo de gente se sento en la zona que teníamos reservada. Les indiqué que estaba reservada y que mejor se buscasen otro sitio sinó se habrían de levantar después.

Al levantarse el hombre más cercano a mi me dijo que me conocía. Le dije que su cara me sonaba de algo pero que no sabía de que. El me dijo que era policía y que cuando yo empece a trabajar me hizo ... (El carnet de identidad?) y algo de una fotocopia y una máquina que no funcionaba pero el consiguió hacerla. Me dijo que ahora trabajaba en Liceo. Le pregunté que si eso era en Barcelona y el me contestó que en Zaragoza.

Sin haber comido me encontré siguiéndole hacia su trabajo. Ibamos por calles abiertas pensando yo que en busca de su coche. Andando llegamos a una plaza porticada y entramos, siempre detrás de él (parecía tener mucha prisa) en una oficina alargada en un local muy viejo.

Después de saludar, una mujer, que tenía la misma voz de mi tía Conce, me dijo que ella era la persona con quien yo había hablado por teléfono, lo cual me pareció muy bien. El policía me preguntó que si tenía teléfono móvil y le expliqué mi poca relación con tal aparato. A continuación pregunté si alguien tenía una cámara de fotografías para guardar un recuerdo del momento. Salimos a la entrada de la oficina y mi sorpresa fue que era similar (que no idéntica) a la llamada "portalina" de la casa de mi abuela.

En la siguiente escena nos sentamos en la entrada el policía y después un servidor en unas maderas que allí había. El polícia está acurrucado se encuentra mal y tiene frío. Le pregunto su nombre. Él no me dice nada y la mujer con la que había hablado me indica una etiqueta extraña que tiene en la camisa y que indica que su nombre es Andres. Intento hacer esfuerzos por recordar su nombre.

Aquí acabó el sueño. No pasaré a interpretar estos sueños, aunque por supuesto si lo he pensado. Sólo se vive una vez y es despierto.