domingo, 21 de junio de 2009

Crítica educativa

La desaparecida Editorial Unison dió refugio a un nutrido grupo de espíritus críticos con el actual sistema eductivo. Entre ellos se pueden citar:


LOS LÍMITES DE LA EDUCACIÓN, ISBN: 84-605-8902-1, Mercedes Ruiz Paz, octubre de 2000

LA ENSEÑANZA NEUTRAL, ISBN: 84-931070-1-8, Rafael Rodríguez Tapia, noviembre de 1999

LA EDUCACIÓN EN PELIGRO, ISBN: 84-931070-3-4, Inger Enkvist, diciembre de 2000

EL ESPACIO DEL PROFESOR, ISBN: 84-931070-5-0, Alicia de San José, mayo de 2001

EL ARCHIPIÉLAGO ORWELL, ISBN: 84-931070-7-7, Mercedes Rosúa, noviembre de 2001

EL FIN DE LA ESCUELA, ISBN: 84-931070-8-5, Michel Éliard, febrero de 2002

LA SECTA PEDAGÓGICA, ISBN: 84-932459-1-7, Mercedes Ruiz Paz, junio de 2003

LA GRAN ESTAFA El secuestro del sentido común en la educación, ISBN: 84-932459-5-X, Alicia Delibes Liniers, julio de 2006

LAS CLIENTELAS DE LA UTOPÍA, ISBN: 84-932459-7-6, Mercedes Rosúa, julio de 2006

La matemática difusa

David Blunkett, ministro británico de Educación y Empleo, acaba de anunciar (The Times 12 - 1 - 99) una inversión de 55 millones de libras para reforzar el aprendizaje del cálculo elemental en las escuelas utilizando las tablas de multiplicar y otros métodos tradicionales de enseñanza.

¿Qué es lo que está pasando con la enseñanza de las matemáticas para que un país superdesarrollado y con un sistema educativo de primera fila tenga que invertir más de 13.000 millones de pesetas para que los niños aprendan las tablas de multiplicar?

Si queremos acercarnos a una explicación que nos haga comprensible esta paradójica situación, se nos hace imprescindible conocer y analizar la historia y la evolución de las corrientes pedagógicas que han predominado en el Reino Unido a lo largo del último tercio de siglo.

En 1967, el Central Advisory Council for Education, conocido como Comité Plowden por el nombre de su presidenta, Lady Plowden, una antigua magistrada, urgió a todos los centros de Primaria británicos a adoptar un sistema de educación “progresista”.

Las teorías educativas del Comité se veían reforzadas por los estudios del matemático y psicólogo suizo, Jean Piaget, que sostenía la inutilidad de esforzarse en que un niño diera un paso determinado cuando no estaba suficientemente maduro para darlo él solo. Estos estudios, llevados al extremo, conducían a dejar el aprendizaje al libre albedrío del niño.

Por otra parte, en el aspecto sociológico, el comité fue influenciado por uno de sus miembros, Michael Young, que defendía que el exceso de conocimientos era un artificio inventado para que determinados grupos sociales aventajaran a otros.

En Gran Bretaña, al final de la enseñanza primaria se realizaba el examen llamado “11+”, que decidía el paso de los niños a las Grammar Schools o en caso de no superarlo, su ingreso en las Secondary Technical Schools o en las Secondary Modern Schools, de carácter menos académico. Gran parte de la sociedad británica criticaba esta situación que hacía depender de un solo examen y a una edad demasiado temprana, el futuro académico de los escolares. El Comité se hizo eco de estas protestas y con el argumento de que era mucho más sencillo para los ricos aprobar este examen, tomó la decisión de suprimirlo. Así nacieron las llamadas Comprehensive Schools, en las que se ingresaba a los 11 años y en las que se ofrecía la misma enseñanza para todos los alumnos hasta los 16 años.

El Comité Plowden desaprobaba las lecciones llamadas magistrales que se impartían al conjunto de la clase. También rechazaba la formación de grupos de distintos niveles de rendimiento académico. Propugnaba el fin de la memorización y preconizaba el aprendizaje a través del descubrimien-to.

Los cambios culturales y sociales de aquellos años 60 y los efectos prácticos de las directrices marcadas por el Comité Plowden hicieron que en los 70 el progresismo, como ideología y como modelo pedagógico, se hubiera convertido en ortodoxia.

Fue entonces cuando se dejaron oír las primeras voces de protesta. Se publicaron informes que alertaban sobre un empeoramiento en los resultados académicos. Este descenso de nivel se achacaba a la supresión de los exámenes “11+”. Además se culpaba a los métodos progresistas de la creciente indisciplina en las aulas.

En 1987, en un intento de frenar esta situación, el gobierno de Margaret Thatcher publicó una nueva Ley de Educación que establecía nuevos planes de estudio y exámenes de evaluación (Key Stage) para los escolares a los 7, 11 y 14 años.

La decisión del gobierno de llevar a cabo sus reformas se vio reforzada por un estudio, publicado en 1991, en el que se revelaba que un proyecto para mejorar los resultados académicos en la ciudad de Leeds y que había costado 26 millones de dólares se había saldado con un descenso de dichos resultados.

El autor del estudio y profesor de la Universidad de Warwick, Robin Alexander, el responsable de los planes de estudio, Chris Woodhead y el inspector de institutos de Bachillerato, Jim Rose, constituyeron un grupo de estudio al que se apodó de los Tres Hombres Sabios. El gobierno les encargó un informe urgente sobre los resultados de los distintos métodos didácticos que estaban en vigor. Su informe determinó que los resultados académicos habían descendido en los últimos años a causa de unos dogmas más que cuestionables que imperaban entre los profesores.

Todos esos informes y la extendida convicción en la sociedad británica de que su sistema escolar no estaba dando los resultados necesarios han influido de manera capital en el gran giro que el partido laborista de Tony Blair ha dado a la política educativa y en el nombramiento de David Blunkett como Ministro de Educación en 1997.

Hasta aquí, la historia del sistema educativo británico en los últimos años. Pero contemplar esta historia no es suficiente para comprender la razón por la que los escolares ingleses no son capaces de multiplicar.

Necesitamos saber cómo las corrientes pedagógicas impulsadas desde los años sesenta se han ido concretando en una forma determinada de enseñar matemáticas, y por qué se ha llegado a la dramática situación que intenta ahora corregir el gobierno de Tony Blair.

La extensión de las corrientes pedagógicas progresistas promovida por el Comité Plowden coincidió con la introducción de la llamada Matemática Moderna en las enseñanzas Primaria y Secundaria.

Esta reforma de la enseñanza de las matemáticas, que hizo furor en los países avanzados durante la década de los sesenta y que se introdujo en España con la Ley General de Educación de 1970, pretendía acelerar y aumentar la preparación matemática de los jóvenes.

El complicado edificio del álgebra clásica con sus castillos de operaciones con polinomios en los que aparecen todo tipo de exponentes fue sustituido por la teoría de conjuntos, por el estudio de las estructuras algebraicas y por el de las correspondencias y transformaciones, con la idea de que, familiarizándose con estos conceptos en edades tempranas la formación del futuro matemático sería más sencilla.

El fracaso de esa llamada Matemática Moderna se debió, entre otras razones, a la excesiva abstracción de la teoría de conjuntos y a la falta de preparación del profesorado que se vio forzado a explicar lo que en muchos casos no comprendía.

En Estados Unidos la Matemática Moderna había sido promovida desde los primeros años sesenta por el National Council of Teachers of Mathematics (NCTM) y bautizada allí con el nombre de The New Math.

Pero en 1973, el conocido matemático norteamericano, Morris Kline publicó su libro Why Johnny cant’ add: The Failure of the New Math[1] y dio el golpe de gracia a esa moda que, por otra parte, estaba ya siendo seriamente criticada aunque se había implantado en casi todos los sistemas educativos americanos y europeos.

La introducción de la llamada Matemática Moderna en las Enseñanzas Primaria y Secundaria empieza a saldarse ya en los años setenta con un fracaso indiscutible. Pero la experiencia de su implantanción, que había sido tan radical, dejó en herencia un progresismo pedagógico que busca métodos nuevos para conseguir que las dificultades inherentes a las Matemáticas desaparezcan y éstas queden al alcance de la mayoría de la población escolar. El último grito en la materia ha sido un nuevo movimiento, con cuna en California, que se conoce con los nombres de The New New Math[2], o Fuzzy[3] Math, entre otros.

En un artículo aparecido en The New York Review el 24 de septiembre de 1998, el famoso matemático Martin Gardner llama la atención sobre el fervoroso apoyo que el National Council of Teachers of Mathematics (NCTM) está dando a este nuevo movimiento y dice:
Recientemente el NCTM, demostrando haber aprendido poco del fracaso de la Matemática Moderna, ha emprendido otro movimiento de reforma que promueve nombres como The New New Math, Fuzzy Math, Standards Math y Rain Forest Math. Como sucedió en el caso anterior, este movimiento está creando agitación entre profesores y padres, especialmente en California donde se ha iniciado. Se ha estimado que en la educación primaria la mitad de los alumnos de Estados Unidos está aprendiendo con maestros preparados en la llamada matemática Fuzzy. La nueva moda está muy influida por el multiculturalismo, el ecologismo y el feminismo.
Entre las características de la metodología propia de esta Novísima Matemática se pueden señalar:
La utilización de una jerga peculiar, poco inteligible, en la que abundan los trabalenguas formados por tópicos propios de la llamada corrección política, tales como “Multiculturalismo”, “igualdad de sexos” (Equity-Gender), “Etnomatemática” ...
La sustitución de las explicaciones del profesor por actividades de los alumnos con el objeto de que descubran las cosas por sí mismos.
El abandono total de la memorización como método de aprendizaje.
La eliminación de las demostraciones rigurosas.
La formación de pequeños grupos en los que el profesor apenas interviene y se limita a actuar como guía silencioso (técnica empleada por los psicólogos en las terapias de grupo).
El planteamiento de problemas que se toman de aquí o de allá, evitando el orden sistemático. Los alumnos deben buscar respuestas; no se les debe decir cómo hacerlo. Lo importante es intentarlo, no el resultado.
El fomento del uso de calculadoras y de todo tipo de materiales.
La utilización de extensísimos libros de texto llenos de fotografías y dibujos en color, pero en los que es difícil reconocer el contenido matemático.
Una evaluación de los estudiantes de 13 y 14 años, realizada por la IEA (The International Association for the Evaluation of Educational Achievement) en 1995 en la que participaron 45 países de todo el mundo y que ha sido conocida con el nombre de TIMSS (Third International Mathematics and Science Study) provocó una gran conmoción y revuelo en la sociedad americana ya que Estados Unidos obtuvo unos resultados muy inferiores a la media internacional y apareció clasificado entre los últimos puestos.
La polémica sobre el sistema de enseñanza de las matemáticas está en plena efervescencia. En el estado de California, cuna de la Novísima Matemática, la primavera del año pasado los once miembros del Departamento de Educación recomendaron, con 10 votos a favor y una abstención, un amplio regreso a los aspectos básicos tradicionales en la enseñanza de las matemáticas, fijaron la edad para aprender las tablas y restringieron el uso de la calculadora, pidiendo a los maestros que no se utilizara antes de los 12 años.

Los defensores de la Novísima Matemática han reaccionado calificando la decisión del Departamento de producto de la nostalgia y de contribución al desastre del país.

Pero como, con toda sensatez, añade Martin Gardner en el artículo al que antes me he referido:
El conflicto es amargo y está lejos de resolverse. Pueden pasar muchos años antes de que se sepa con claridad cómo seleccionar los aspectos válidos de la Novísima Matemática, al mismo tiempo que se conservan aspectos importantes de los viejos métodos de enseñanza.
Los ejemplos de Gran Bretaña y Estados Unidos nos muestran cómo sus comunidades educativas están debatiendo apasionadamente este asunto y cómo, en muchos casos, se llega a pronunciar el mismo eslógan: “Recuperemos las tablas de multiplicar”

Mientras tanto, ¿qué ha sucedido en España?

Las corrientes pedagógicas progresistas, nos llegaron alrededor de los años 70. El hecho de que surgieran en el seno de la lucha antifranquista dio un carácter más trascendental a lo que, fuera de nuestro país, había sido sólo una nueva tendencia pedagógica. La escuela progresista se convirtió, en la España de los años posteriores a la muerte de Franco, en la única escuela de pedigrí genuinamente democrático.

La Ley General de Educación de 1970 escolarizó a todos los niños en un mismo sistema hasta los 14 años. La renovación de los planes de estudio que se produjo al abrigo de esa Ley incorporó la Matemática Moderna tanto a la enseñanza primaria como a la secundaria.

Cuando los socialistas llegan al poder, las teorías de Piaget, Young, Freire, etc. ya habían arraigado en el mundo escolar español. Entonces, los pedagogos que se instalan en el Ministerio de Educación vuelven sus ojos a la Comprehensive School británica y, fascinados por lo que tiene de igualitaria, deciden implantarla por ley en España. De ahí nace la L.O.G.S.E., que escolariza a los jóvenes hasta los 16 años dentro de un sistema igual para todos.

En el marco de esta Ley los encargados de elaborar el “currículo” de matemáticas, enterrada hace tiempo la Matemática Moderna, parecen haber fijado su atención en esa Novísima Matemática anglosajona y en ella haber inspirado sus decretos y su “hiperprogresista” metodología.

Así, los representantes de nuestra Novísima Matemática, como los de la americana New New Math redactaron un “currículo” en una jerga muy particular, de la que puede ser muestra este trozo que transcribo directamente del “currículo” oficial:
Las matemáticas han de ser presentadas a alumnos y alumnas como un conjunto de conocimientos y procedimientos que han evolucionado en el transcurso del tiempo, y que, con seguridad continuarán evolucionando en el futuro. En esa presentación han de quedar resaltados los aspectos inductivos y constructivos del conocimiento matemático, y no sólo los aspectos deductivos de la organización formalizada que le caracteriza como producto final. En el aprendizaje de los propios alumnos hay que reforzar el uso del razonamiento empírico inductivo en paralelo con el uso del razonamiento deductivo y de la abstracción.” (Real Decreto 1345/1991, de 6 de septiembre, por el que se establece el currículo de la Educación Secundaria Obligatoria, B.O.E. del 13-IX-91)
Tranquilícese el inocente lector, este presuntuoso lenguaje no oculta secretos para él desconocidos de la Ciencia Matemática, es sencillamente parte de la jerga tontivana que, si en un principio arrancó nuestra sonrisa, empieza ya a helarnos la inteligencia.

Los actuales defensores de esta Novísima Matemática no quieren ni oír hablar de que el Ministerio de Educación elabore ninguna norma que modifique uno solo de los aspectos del “currículo” que lograron establecer y la única reforma que aceptan y propugnan es un incremento del gasto público para seguir experimentando su modernísima metodología.

Ante la crítica que, desde muchos ámbitos se hace, en el sentido de que en la L.O.G.S.E. los contenidos que deben explicar los profesores y aprender los alumnos están poco definidos, expresan su convencimiento de que lo importante no es lo que se enseña, sino la forma de hacerlo, ya que de ahí nacerá la actitud que el alumno tome hacia las matemáticas y niegan la facultad de las administraciones educativas para fijar esos contenidos con una mayor precisión.

El “currículo” oficial encomienda a los profesores la tarea de elaborar sus programas y fijar los contenidos, atendiendo a las características de cada centro. Pero esta previsión no se cumple y son las editoriales las que están definiendo dichos programas. Algunas, temiendo no acertar con una sola línea expositiva, han sacado al mercado dos textos con tratamiento y ordenación de la materia muy diferente. Otras, después de editar los textos de cada curso han modificado sus contenidos y sacado nuevas ediciones. Se puede asegurar que entre editoriales, profesores y padres reina un absoluto desconcierto.

Cuando el equipo de Esperanza Aguirre pidió la colaboración de los estamentos matemáticos para poner un poco de orden en esta caótica situación, los “fundamentalistas” de la L.O.G.S.E. negron que existieran otras necesidades que aquellas que pudieran resolverse con un aumento del presupuesto.

Además tachan de nostálgicos, elitistas e insolidarios a los que proponen una revisión crítica de la actual situación en las aulas, y pretenden seguir controlando para siempre, con la que llaman su renovación permanente, todo el aparato educativo.

Es importante abandonar posturas sectarias para reconducir con sentido común la situación y aprovechar la experiencia de americanos y británicos para evitar a la sociedad un gasto de tiempo y dinero que puede resultar totalmente inútil.

La escolarización en un sistema único hasta los dieciséis años plantea a los educadores la doble tarea de elaborar un programa al alcance del ciudadano medio sin descuidar la formación del futuro científico. No parece evidente que el programa que mejor puede cumplir ambos objetivos es aquel que está más vacío de contenidos.

Por un lado, existe un “cuerpo matemático básico”, que todo ciudadano ha de conocer. Es pues, obligación de los profesionales de la enseñanza de las matemáticas definir sus contornos y contenidos y articular una programación que garantice el acceso de los estudiantes a ellos.

Y por otra parte, no podemos aceptar que un afán desmedido de igualitarismo nos haga descuidar la formación de los futuros científicos, economistas o ingenieros que necesita nuetra sociedad. Tanto más cuanto que en los ultimos años se viene constatando en nuestras Universidades una creciente preocupación por el descenso de nivel que presentan los estudiantes cuando comienzan su carrera univesitaria.

Los llamados modernos métodos pedagógicos están basados en la ingenua creencia de que si se presentan las matemáticas de forma divertida se despertará entre toda la población juvenil una intensa fascinación por la belleza de esta ciencia. Hay muchos jóvenes de 15, 16 o 17 años que se aburren profundamente en la escuela, ya se les enseñe matemáticas o conocimiento del medio, no son permeables a ningún tipo de motivación en el aula, viven pendientes de su fin de semana callejero. Sería absurdo pensar que una presentación menos rigurosa de las matemáticas pueda atraer a ese sector juvenil.

Es responsabilidad de todos los implicados en la tarea de enseñar buscar y seleccionar con prudencia lo que de bueno tiene la moderna pedagogía y no cerrar las puertas de la didáctica matemática a ciertos usos tradicionales que han demostrado su eficacia durante siglos.

Existen contenidos matemáticos que todos los ciudadanos deben conocer, que les van a ser necesarios para desenvolverse en su trabajo por poco cualificado que éste sea. No les privemos de ellos en un afán desmedido de experimentación metodológica.

Busquemos, al mismo tiempo, la forma de despertar en nuestros futuros universitarios el interés por esta Ciencia haciendo atractivo su aprendizaje pero sin disimular sus dificultades y permanezcamos vigilantes para, en ningún caso, frenar el desarrollo de sus aptitudes naturales.

[1] Editado en España en 1976 con el título “el fracaso de la Matemática Moderna”

[2] Podríamos traducirla por Novísima Matemática

[3] Fuzzy Set es un tipo especial de conjuntos que en matemáticas se ha traducido
por “conjuntos difusos” o también “conjuntos borrosos”

Alicia Delibes

sábado, 20 de junio de 2009

Entrevista con Inger Enkvist

Inger Enkvist, experta internacional en materia educativa, nos da su opinión sobre el modelo de educación actual.

Adrián Begoña (coordinador del área de educación en Unión Progreso y Democracia, UPyD) entrevista para AS21 a Inger Enkvist y repasa con ella algunos puntos críticos del sistema educativo.

Inger es catedrática de español en la Universidad de Lund, Suecia. Ha traducido al sueco la obra de Vargas Llosa y de Juan Goytisolo. Posee larga experiencia como docente tanto de primaria, como de secundaria y universidad. Ha publicado múltiples obras sobre pedagogía, es asesora del Ministerio de Educación sueco y se ha especializado en la comparación entre los sistemas de educación en diferentes países.

En febrero de este año fue invitada por el Parlamento Catalán como experta y criticó allí que la nueva Ley de Educación Catalana obviara problemas fundamentales, como la acogida de alumnos inmigrantes o la baja calidad del sistema. En abril fue invitada a Madrid por la Fundación de las Cajas de Ahorros para presentar su estudio “La influencia de la nueva pedagogía en la educación: el ejemplo de Suecia”. Con ocasión de su visita, tuvimos la oportunidad de entrevistarla y recabar su opinión sobre temas candentes en los sistemas educativos europeos.

¿Qué opinión le merece el estado actual de la educación en Europa?

El estado actual tiene una relación con el bienestar del que hemos gozado durante casi medio siglo. Creo que el problema empezó por los años 60, no sólo por la expansión de la educación, porque eso en sí no es un problema, sino porque al mismo tiempo decidimos hacer las cosas más fáciles para los jóvenes. Se pensó que no era necesario pedirles y exigirles tanto y se iniciaron una serie de reformas “light” para reducir el trabajo en casa, tener menos exámenes, eliminar pruebas de reválida, etc. Paso a paso se ha ido eliminando la idea de la educación como esfuerzo por parte del joven y nos hemos acercado a algo así como la “educación por ósmosis”: estando en un establecimiento escolar, el alumno aprende sin mucho esfuerzo. Y esto lo hemos hecho, antes o después, en casi todos los países de Europa Occidental. Por eso los países de Europa Oriental han abierto mucho los ojos cuando han visto que los países más exitosos económicamente habían dejado atrás las exigencias escolares y se ha visto que a veces alumnos que vienen de países como Polonia tienen ventaja frente a alumnos de Europa Occidental.

¿Cómo es posible que el Informe PISA señale que Finlandia aventaja claramente a otros países de su entorno, como Suecia, Dinamarca o Noruega, o a otros de larga tradición educativa como Francia?

Yo creo que por una “suerte” histórica en este caso. Finlandia tuvo una guerra civil después de la Primera Guerra Mundial. Durante la Segunda Guerra Mundial fueron atacados por la Unión Soviética, murió mucha gente y después, algo muy curioso, tuvieron que pagar una reparación de guerra. Es decir, no tuvieron dinero para hacer esas reformas educativas tan optimistas que se introdujeron en el resto de Europa Occidental. Así que, por haber llegado tarde al bienestar económico y también por sus experiencias históricas, Finlandia no se ha dejado tentar por ese facilismo escolar en el que hemos caído otros países. Cuando uno habla con los profesores finlandeses, o lee los documentos escritos por ellos, queda claro que ellos no tienen ningún método pedagógico especial. Lo que hacen es tener buenos profesores y exigir un buen nivel de conocimientos a los profesores desde el preescolar. Exigen trabajo a sus estudiantes y han mantenido exámenes como la reválida de Bachillerato. Tienen exámenes para entrar a las diferentes carreras universitarias y hay númerus clausus en casi todas ellas. Han mantenido estructuras que otros países han dejado atrás y les va bien. Muchas veces pienso que si Suecia no hubiera entrado en el camino de las reformas, que empezó más o menos en 1970, hubiéramos tenido una ventaja enorme respecto a Finlandia, que siempre fue un “hermano menor” para los suecos.

¿Piensa que un sistema educativo deficiente puede deteriorar la convivencia democrática de un país?

Creo que hay una relación estrecha entre la educación en la escuela y el buen funcionamiento de una democracia. Pienso como Sarmiento , el antiguo presidente argentino, que estamos educando al soberano. Una escuela que funciona bien enseña una actitud analítica frente al mundo, enseña el esfuerzo y enseña que detrás del esfuerzo hay una recompensa. Eso son principios sociales muy útiles para la convivencia. Lo que hicimos en buena parte de Europa fue quizás dejarnos tentar por el bienestar y pensar que todo consistía en recibir, recibir y recibir, y que los ciudadanos podemos pedir todo al Estado, que tiene obligaciones con nosotros, mientras que nosotros solo tenemos derechos. Esto, claro, es un tipo de razonamiento mágico, porque el Estado somos nosotros! En una buena escuela se aprenden conocimientos, se aceptan reglas en común y se adquiere una actitud analítica frente al mundo. Una escuela que transmite que solo tenemos derechos, que todo es fácil y que uno no tiene que dar cuenta por sus acciones, es muy perjudicial para la convivencia democrática.

¿Qué opinión le merece la situación de la enseñanza en España? ¿Qué podría hacer nuestro Parlamento para mejorar la calidad del sistema educativo?

Lo que creo que hay que volver a hacer, tanto en España como en otros países, es precisar claramente lo que debe aprender un alumno cada año, o por lo menos cada ciclo escolar. Si dejamos que los alumnos sigan adelante sin tener el nivel necesario, el aprendizaje se hace imposible, y la convivencia se deteriora. Esto no era tan necesario cuando la gente vivía en el mismo lugar durante largo tiempo, pero ahora hay tanta movilidad, que hay que introducir un poco más de estructura. Y creo que también tenemos que preguntarnos si deben estudiar juntos los estudiantes solo por tener la misma edad. Yo sé que esto es un tema tabú, y que nadie quiere tocar este asunto, pero tenemos que preguntarnos si todos los cursos escolares son un beneficio social al que todos tenemos derecho, o si hay que ganarse estar en cierto año escolar.

Otro aspecto muy importante es la conducta. Durante mucho tiempo los políticos han quitado a las escuelas, a los directores y a los profesores todos los instrumentos para exigir cierta conducta por parte de los alumnos. En Suecia y en otras partes de Europa hay muchas escuelas que son ingobernables porque los adultos no disponen de medios para mantener el orden, o para proteger a ciertos alumnos frente a otros. Los políticos necesitan valor para devolver la autoridad a los adultos. Los políticos también necesitan valor para terminar con la burocracia, porque es algo que han introducido ellos en las escuelas. Los profesores deben trabajar con el aprendizaje de los alumnos y deben estar enfocados a obtener buenos resultados. Si se les imponen muchas tareas administrativas, eso les quita tiempo y concentración para su tarea principal, que es enseñar, y eso disminuye la calidad.

En resumen, propongo tres medidas que son más políticas que pedagógicas: definir claramente el aprendizaje de cada año, asegurar unas reglas de conducta y combatir la burocracia.

Sin embargo, aquí en España el Gobierno no se ha adentrado en ese camino, pero ha anunciado que va a regalar un portátil a cada alumno de quinto de primaria. ¿Piensa que es una medida eficaz?

No. Esas son las ilusiones de la modernidad. En Suecia hay gente que piensa que la escuela anda mal porque no es suficientemente moderna, pero hemos tenido varias experiencias para fomentar el uso de la tecnología en la escuela y no han mejorado los resultados o han llegado incluso a empeorar. Y esto se explica porque la tecnología quita tiempo para lo que es esencial: el aprendizaje de conocimientos precisos y del lenguaje. Y además, esto es irónico, para aprovechar bien la informática, el joven debe dominar el lenguaje y debe tener un montón de conocimientos precisos sobre el mundo. Y es precisamente eso lo que queda relegado cuando hay un gran énfasis en la informática. Así que, la informática es un instrumento magnífico para los profesores y para las personas que ya han terminado la etapa de formación. Pero no hay que creer que una herramienta que es muy útil para una persona ya formada, lo va a ser también para una que está en proceso de formación. Cada cosa a su momento.

Nos consta que ha leído el programa electoral en materia de educación de UPyD. ¿Le parece acertado? ¿Echa de menos alguna propuesta?

Me parece muy acertado, y en particular me he fijado en dos cosas. Eso de que el programa hable de una educación en común, de un currículum educativo común para todo el país, me parece muy acertado. ¡Es que no se puede hacer otra cosa! Es muy difícil mantener cohesionado un país sin tener un currículum en común. Ha sido un error entregar tantas competencias a las Autonomías. Si ahora estamos hablando de armonizar los diplomas europeos, es ir contracorriente el introducir diferencias dentro de un país. Además, los alumnos se mudan cada vez más, de región o de país, y por eso necesitan un currículum en común para no perder años escolares, o quedar descolgados de sus compañeros. Tenemos el ejemplo de Estados Unidos, que tiene un currículum diferente para cada estado, y eso se señala siempre como un problema para la calidad de la educación.

Otra cosa que me gusta mucho es lo que se dice sobre una lengua en común. Creo que un país debe tener una lengua en común, y después las regiones deben poder añadir otra. Tanto a propósito de la lengua como del currículum, creo que hay que tener una base en común, y después que cada región añada lo que quiera. Pero sustraer de lo común me parece una equivocación, una forma de encerrar a los alumnos en su región, y de socavar el valor de los diplomas. Si añadimos al facilismo escolar del que hablamos anteriormente, currículos regionales, absentismo en los colegios y un énfasis en la tecnología más que en los conocimientos, nos queda como resultado una educación muy fragmentada y nada sólida.

Para forjar una cultura son necesarios elementos en común. Uno podría decir ¿pero por qué elementos en común? Si no tenemos elementos en común con nuestros vecinos, colaboradores, compañeros de trabajo, etc., entonces nos cansa mucho la convivencia, porque siempre va a haber que negociar lo que se dice, lo que no se dice, lo que se entiende, lo que no se entiende... Se puede hacer, pero también necesitamos el tipo de descanso que supone tener en la vida laboral, en los círculos en los que nos movemos, algunas cosas que son evidentes. Eso es tener una cultura en común, y lo necesitamos para desarrollarnos y poder enfocar nuestra atención en otras cosas. Si no, toda nuestra atención va a quedar absorta en la simple convivencia. Es un asunto importante a tomar en consideración.

Respecto al tema de la inmigración, ¿existen experiencias exitosas en países en cuanto a su acogimiento escolar?

Casi todos los países tienen aulas de enlace y después introducen a los alumnos en las clases ordinarias por su edad. Creo que se están cometiendo injusticias, tanto para los alumnos inmigrantes, como para el resto de alumnos. Si los alumnos inmigrantes tienen el mismo nivel de conocimientos y de lengua que el resto de la clase, entonces no hay ningún tipo de problema. Pero si no tienen el mismo nivel, entonces no van a aprovechar la clase y van a frenar al resto de compañeros. Yo sé que decir esto es polémico, pero lo que vemos en España y en otros países, es que si hay inmigrantes que son introducidos en el aula sin tener en cuenta nada más que su edad, se produce un retraso en el aprendizaje de todos, y como consecuencia algunas familias sacan a sus hijos del colegio. Esto es negativo que suceda, pero va a seguir pasando si los alumnos inmigrantes no están en un aula con el nivel que corresponde a sus conocimientos.

En España hay casos de chavales que prácticamente no han pisado una escuela en su país, que al llegar aquí han sido introducidos en 48 horas en un aula atendiendo únicamente de su edad. Quizás habría que defender el derecho del alumno inmigrante a entender lo que se está hablando en clase, el derecho a ser integrado en un curso adecuado a su nivel…

Yo leí hace años un trabajo que me impresionó mucho, de un norteamericano que se llama Richard Light. Había entrevistado a muchos estudiantes de Harvard, como 10.000, o cosa así y esos chicos destacaron sobre todo dos cosas sobre lo que había sido la gran experiencia de haber estudiado la licenciatura en Harvard: primero, había sido una gran experiencia haber hecho trabajos individuales escritos con algo de investigación; segundo, había sido una gran experiencia estudiar en un ambiente con personas de diferentes culturas, pero con las que compartían un mismo nivel y unos mismos intereses. Eso es algo que falla en las aulas de muchos colegios, porque los alumnos no siempre tienen un mismo nivel, ni unos mismos intereses. Por lo tanto, hay que manejar bien la multiculturalidad, porque la multiculturalidad es un enriquecimiento bajo ciertas condiciones y hay que crear esas condiciones. No es un enriquecimiento automático y eso es algo que en general los políticos no quieren ni tocar.

Para terminar, en febrero fue invitada por el Parlamento Catalán, al debate sobre la nueva Ley de Educación Catalana ¿Tomó en cuenta el Parlamento Catalán alguna de sus recomendaciones?

Me habían invitado para dar mi punto de vista sobre algunos puntos de la Ley, pero tampoco tienen ninguna obligación de aceptar mis observaciones. Yo me siento honrada por haber sido invitada, y si sirvió para algo, mejor que mejor.