lunes, 13 de noviembre de 2017

Cataluña-España: la conversación interminable


Las literaturas no tienen deber alguno de respetarse y mucho menos de quererse o admirarse mutuamente. Los escritores tampoco tienen deber alguno, por supuesto, de respetar o querer a esta o aquella literatura, sea suya o ajena. Un escritor bonaerense puede obsesionarse con la literatura anglosajona y no leer más que esa literatura con olímpico desprecio de la suya propia, mientras un ruso totalmente ruso puede no ser capaz de salir de la fascinación de la literatura francesa y aprenderla hasta la saturación. El efecto literario es hiperproductivo si ese lector argentino se parece a Jorge Luis Borges o a Julio Cortázar o si ese lector ruso se parece a Tosltói y a Turguéniev. Habrá sido tan fecundo menospreciar la propia literatura como hacer lo contrario.

JORDI GRACIA

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