miércoles, 8 de abril de 2020

Círculo de lectores confinados


Comenzó con la idea de quince días, quince cuentos. Pero en realidad serán más. Cada día, mientras dure la cuarentena, publicarán en su web un cuento, gracias a la colaboración de editoriales como Alfaguara, Candaya, Contraseña, Ediciones del Periscopio, Errata Naturae, Impedimenta, Jekyll & Jill, La Navaja Suiza, Las afueras , Libros del Asteroide, Malas Hierbas Minúscula, Nórdica Páginas de Espuma periférica, Rayo Verde, Rata_Books, Salto de Página, Sexto Piso y Tránsito.

Julio Equis’, de Flavia Company

Todos los viajes de Julio Equis empiezan con un par de palabras, me voy, y esas palabras nunca van seguidas de explicaciones y no siempre dependen del deseo o de la voluntad, pues Julio Equis viaja a veces por azar o a remolque de una frase o por culpa de un animal o a causa de un libro o en pos de alguien o detrás del sentido de las cosas o de sólo una de ellas, de algo.

Julio Equis es un ser ridículo, pequeño, temeroso y si de algo le ha servido viajar es para disimularse. Cambiar de lugar es una forma de evitar las instantáneas definitivas. Es más complicado captar a cualquiera mientras se mueve, y eso ocurre también con Julio Equis, pues a pesar de sus extravagancias no se sustrae a ninguna de las leyes físicas que acorralan a los de su especie.

Antes se ha dicho que Julio Equis es un ser temeroso y esa es una afirmación por lo menos falsa y como mucho estúpida. Al contrario, Julio Equis lamenta la existencia de caminos, porque para viajar de verdad le parece imprescindible abrirlos, y no se puede decir que sea temeroso quien gusta de abrir caminos o zanjas o boquetes o agujeros o vías.

Se ha dicho que Julio Equis es un ser temeroso porque muchas veces se miente con lo que se dice aun cuando no haya tal intención. Se habla mucho por hablar, se murmuran cosas, se oyen, se transmiten, se dispersan y se convierten por fin en creencias que miles de personas defienden incluso con la vida si se trata por ejemplo de la patria en ciertos casos o de la dignidad en otros.

Aunque tenga costumbre de viajar, Julio Equis se pierde continuamente. Se entretiene mirando mapas y olvida el punto que buscaba para centrarse en otro que ni siquiera le queda cerca y hacia él se dirige contra todo pronóstico y lo que es peor contra toda lógica, aunque por qué va a ser peor ir contra la lógica que contra los pronósticos. Julio Equis no es un ser práctico y en cambio es un ser curioso. Le gusta asomarse. Asomarse es uno de sus verbos preferidos si bien es cierto que prefiere los sustantivos a los verbos y desde luego estos últimos a los adjetivos y mejor no hablar de los adverbios, sobre todo los acabados en mente, a los que odia profunda, conmovida y total.

Julio Equis no ordena ni da órdenes. Piensa que para qué. Y lo mismo piensa de casi todas las cosas: para qué esto y para qué aquello. Otra de sus reflexiones o conclusiones recurrentes es y qué. Y qué, si tal cosa. Y qué, si tal otra. Realmente, y qué. Julio Equis ha intentado hacer una lista de cosas importantes, tan importantes que no pueda aplicársele ninguna de esas dos preguntas suyas, y no ha logrado escribir ni una sola. Y qué todo. Para qué todo. Así es. Entonces viaja.

Y qué si me muevo. Y qué si me quedo aquí. Para qué me voy a quedar aquí. Para qué voy a moverme.

No es fácil ser Julio Equis y viajar siendo Julio Equis. No tiene razones, y esa circunstancia pesa como un meteorito, como un hijo, como una deuda. Y qué si me muero; pero para qué me voy a morir. Hay que irse.

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